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Hoy, a pesar del tiempo transcurrido, es conocido que en Alemania del siglo XIX dos auténticos gigantes discutieron acerca de si debía promulgarse un Código Civil para regular las relaciones entre particulares, tal como ya había sucedido en Francia. En una esquina se encontraba el profesor Anton Friedrich Justus Thibaut (1772-1840) y, en la otra, se podía observar al profesor Friedrich Karl von Savigny (1779-1861). Si bien fue Thibaut quien lanzó el primer golpe al publicar un ensayo abrazando con total optimismo la idea de codificación, fue Savigny quien –en la contraofensiva– se llevó la «victoria» en el debate. Debo reconocer que esta victoria se limitó al campo académico, toda vez que en el plano legislativo (o político) la opinión de Thibaut fue la que calo entre quienes tenían poder de decisión.

Cabe destacar que la idea de codificación se abrió paso incluso contra la opinión de uno de los juristas más influyentes y preclaros de todos los tiempos. Con seguridad esto se produjo porque en Alemania del siglo XIX se reunían todas las condiciones para una labor codificadora: (i) sumo interés en el estudio científico del Derecho; (ii) compromiso político; y, (iii) necesidad de que la sociedad se regule bajo una ley (o Derecho) uniforme y sistematizada. La codificación habría sido imposible sin el gran aporte del Derecho Romano, es aquí donde se inserta el contenido de la primera clase y por la que les pido que lean: «Nuevas Tendencias en el Derecho Civil de la República Federal de Alemanía» (págs. 567-576) y «Derecho Romano y codificación del Derecho Civil» (págs. 65-70, incluye el acápite «La importancia creciente de la codificación»).

Para no dejar en la mitad la historia que les venía relatando, subrayaré que los reparos de Savigny únicamente lograron retrasar lo inevitable: la promulgación del Bürgerliches Gesetzbuch (BGB). Sin embargo, y ratificando su enorme influencia, la sistemática de este Código, así como algunas de sus definiciones, tienen el sello característico de Savigny, pues en su elaboración se tomó en cuenta el libro de Pandectas de Bernard Windscheid (un discípulo de Savigny). En mi opinión, este hecho permite vislumbrar por qué se dice que el El BGB es el fruto maduro del afán científico alemán, un aspecto que se retomará a lo largo del curso.